El tormentoso uso de ortografía y el humillante y costoso consentimiento de gobiernos monárquicos, son los dos flagelos sociales que con más facilidad admite la humanidad.
Muchos de los habitantes de los países que tienen gobierno
monárquico han sido convencidos que la Patria se ennoblece con tener reyes y
príncipes, y un gran número de ingenuos letrados cree que el uso de ortografía
embellece y/o ennoblece los idiomas, pero la realidad es que los monarcas y el
uso de ortografía son los dos peores males sociales que sin otra alternativa
tienen que admitir las comunidades.
En la última mitad del siglo 19 y en la primera mitad del
siglo 20 vivieron varias personas sabias, emprendedoras, románticas y soñadoras
que le remodelaron el aspecto y las costumbres a este mundo. Solo por nombrar
unos pocos, en este lapso nacieron los talentosos Sigmund Freud, Louis Pasteur,
Julio Verne, Luis Ernesto Miramontes, Alexander Fleming, Albert Einstein, Jean –Paul
Sartre, Neil Armstrong y Pierre y Marie Curie quienes hicieron parte de los genios
que contribuyeron en la remodelación de nuestro mundo actual.
En esas dos mitades de esos dos siglos, entre un sinnúmero de
cosas modernas, la gente vio nacer la radio, el teléfono, la televisión, los anticonceptivos,
los computadores y muchas aplicaciones virtuales. Hasta entonces la humanidad
venía evolucionando lento pero en poco mas de un siglo nació un grupo de
talentosos que encontró a la gente andando en carretas o a caballo y la puso a
andar en jet, y, entre muchos logros, llegaron a la luna, cambiaron los
paquetes lentos de correo y noticias por envíos virtuales e instantáneos a
cualquier lugar del mundo y las cosas íntimas humanas cambiaron tanto que,
antes de esas generaciones, para poder verle las nalgas a las mujeres había que
quitarles el ‘moruno’, y ahora, por sus innovaciones, para poder verle las
tangas a ellas, hay que apartarles las nalgas.
Sin lugar a dudas, en esta época la humanidad vivió otro Renacimiento.
Vale recordar que el anterior había ocurrido en los siglos 15 y 16, en cuyo
lapso nacieron, entre otros, Galilei Galileo, Cristóbal Colón, Miguel Ángel
Buonarroti y Leonardo Da Vinci quienes fueron parte de un numeroso grupo de
genios que con sus ideas y aportes no solo descubrieron y remodelaron el mundo
sino que también modernizaron el conocimiento del sistema solar y del universo.
En aquellos tiempos, la Iglesia era el imperio más poderoso
de Europa y las monarquías europeas eran dueñas de casi todo el territorio del
mundo, pero las monarquías, peleando por cosas que ni eran suyas ni
necesitaban, se estaban eliminando entre sí y lo más seguro es que los genios
de esa época creyeron que lo mejor era esperar que esas dinastías se extinguieran
mutuamente y le dieran chance a la democracia, una forma de gobierno que había
sido inventada por los griegos cinco siglos antes del cristianismo.
Según los registros históricos, ninguno de los genios o
grandes filósofos del Renacimiento fue monarquista. Y, que se sepa, en esa
época no hubo ningún talentoso que se destacara por su oposición al sistema
monárquico, como tampoco existe registro histórico de que algún escritor o
letrado de ese tiempo hubiese dicho algo acerca de la mala elaboración de los
alfabetos que les habían aplicado a los idiomas; lo que sí se sabe es que, en
sus territorios, la Iglesia y el Islam controlaban con rigurosidad la escritura
y la lectura de todas las obras literarias y obligaban a creer que todo lo
escrito era cierto.
En la época del segundo Renacimiento, las monarquías europeas
ya estaban reducidas y debilitadas y la Iglesia había perdido casi todos sus
territorios, así como casi todo su poder político a nivel mundial. Y no
obstante a la rigurosa endogamia que durante varias generaciones había aplicado
la dinastía monarca Habsburgo, para apoderarse del mundo y dominar la humanidad,
nada pudo evitar el desastre monárquico que empezó en el año 1.783 con la
Independencia de Estados Unidos, mediante la firma del tratado de Versalles, y
que se agudizó a fines del siglo 18 con la Revolución Francesa.
El inconformismo social era tal que, en menos de una década, Napoleón
Bonaparte acabó con la dictadura eclesiástica y, a excepción de la Corona
Inglesa, destronó las monarquías europeas, y fue este hombre uno de los grandes
pilares del mundo democrático que existe. Pero, poco después, por negligencia
política, resucitaron varias de las monarquías que desmontó Nerón y éstas
hicieron todo lo posible para opacar la gran obra del liberador francés y
reinaron de nuevo en todos los lugares donde pudieron someter a los ciudadanos
indefensos a ser sus imbéciles plebeyos.
A simple vista, quizá el peor fracaso del reciente grupo de
genios fue el invento del comunismo, pero vale admitir que, con su invento
político, Karl Marx trató de acabar con el obsoleto y socialmente costoso
monarquismo sobreviviente. Y tal vez la falla del comunismo soviético se debió
a que, a diferencia del de los chinos, los rusos no lo condimentaron con
democracia y capitalismo, dos ingredientes sociales y políticos que son
indispensables para que gobiernos y sociedades puedan evolucionar progresando.
Es posible que la mayor parte del fracaso en la aplicación de
la idea política de Marx haya sido la falta de manejo como propiedad privada y
capitalista de las cosas del Estado, así como la falta de democracia en las
elecciones de los altos jefes estatales, pues, tal como funcionan, los gobiernos
socialista son iguales o peores que las dictaduras o monarquías que han
sustituido. En otras palabras: el fracaso y la disolución del socialismo, así
como las injusticias y la corrupción del capitalismo democrático, indican que
lo ideal sería que el Estado fuera una propiedad socialista, es decir; de todos
los nacionales, pero con frecuentes elecciones democráticas, y administración
interna capitalista.
Aunque en algunos lugares hayan fracasado otras formas de
gobierno, salta a la vista que a estas alturas de civilización nada justifica
que alguien tenga derecho de heredar el gobierno de un Estado, pues esto es
como darle al país un manejo de finca o cosa familiar y, en cierta forma, los
ciudadanos de reinos, considerados como plebeyos en relación a sus monarcas,
parecen un hato de ganado lechero que también hace parte de la herencia
monárquica. En la actualidad, todos los gobernantes de Estado deberían ser
elegidos como empleados estatales temporales, y no debería existir noblezas ni
plebeyos sino ciudadanos y ciudadanas electores y elegibles. Lograr que así sea
el manejo público de todos los Estados del mundo será uno de los dos mayores
retos sociales que tendrán que enfrentar las generaciones humanas modernas. Y
el otro gran reto humano será el arreglo y modernización de idiomas y
alfabetos.
Sin lugar a dudas, la escritura es el mejor invento de la
humanidad, pues es nada menos que el soporte permanente y continuado de la
sabiduría. Pero, contrario a lo que cree casi toda la gente, el manejo funcional
de la escritura es estúpido y todos los alfabetos, además de haber sido mal
elaborados, funcionan de manera caprichosa y complicada, lo cual, entre otras
cosas, dificulta el aprendizaje, la enseñanza y todo lo que tiene que ver con
el manejo de los idiomas.
La función de la escritura, explicada en forma sencilla, es
hacer una imitación exacta de lo que hablamos con palabras sonoras. Pero la
imitación del hable que hacemos con la escritura está lejos de ser perfecta
pues, cuando hablamos, la composición del diálogo aclara los diferentes
significados de las palabras, es decir, en el diálogo oral no hay que hacer
aclaraciones de homofonía. Por ejemplo, las palabras ‘concejo’ y ‘consejo’
tienen distinta ortografía cuando se trata de ‘Concejo de Bogotá’ y ‘Consejo de
Estado’, y lo más seguro es que muchos acepten como sabias las explicaciones
ambiguas que justifican la diferencia en esos escritos, pero esta aclaración no
existe ni es necesaria en el diálogo hablado, lo cual demuestra que se le añade
cosas innecesarias a la imitación de diálogo que hacemos con la escritura.
En realidad, la ortografía no es materia esencial de la
escritura sino complicaciones que surgen porque fueron mal elaborados los
alfabetos que les aplicaron a los idiomas y/o por manejos caprichosos en los
mismos. Sirve de ejemplo el hecho absurdo de que en el alfabeto inglés, dos
letras vocales iguales produzcan la mitad del sonido de la vocal, como ocurre
en palabras como ‘good’, ‘foot’, etc (gud, fut). Y mientras cada una de las 5
vocales del alfabeto español tiene solo un sonido y todas son de fácil manejo y
entendimiento, 4 de las 5 del inglés tienen doble sonido, carecen de técnica y
de lógica en los sonidos que producen, y, por eso, es mucho más difícil
aprender a leer y a escribir en inglés que en español.
Pero, aunque el alfabeto español esté mejor elaborado que el
inglés, tampoco se puede admitir que este alfabeto sea técnico o perfecto, al
contrario, entre otras cosas, en su funcionamiento hay letras que sobran u
ocupan espacios que por lógica deberían ser de otras, y los sonidos que surgen
de algunas letras consonantes con vocales –por ejemplo, el de las consonantes c,
g, con las vocales a,o, u- carecen de técnica
y de sentido común.
En la pronunciación y en la conjugación de algunas palabras también hay numerosas falencias que no son causadas por los alfabetos y que también pueden ser arreglables. Es obvio que la gente roncaría hablando si se le enseñara a decir las palabras con ronquidos; y que si se le enseñara a expresarse con chillidos, chillaría dialogando. Eso quiere decir que hablamos como aprendemos a hablar y que, si nos enseñaran desde niños, sería fácil acostumbrarnos a conjugar técnicamente todas las palabras y a dialogar de manera armoniosa y agradable. Para una parte de esta explicación sirve de ejemplo la diferencia de tonos del inglés que hablan en Inglaterra con el que se habla en Estados Unidos, y la del español que se habla en España con el que hablan en el Caribe. Además, en el idioma español hay palabras que su interpretación resulta indigerible, como, por ejemplo, ‘desnegar’, ‘desmentir’ (en la lógica se puede hacer y deshacer, pero no se puede mentir y desmentir, ni negar y desnegar), que en cuyos casos lo indicado sería usar contradecir, refutar, rectificar.
En la pronunciación y en la conjugación de algunas palabras también hay numerosas falencias que no son causadas por los alfabetos y que también pueden ser arreglables. Es obvio que la gente roncaría hablando si se le enseñara a decir las palabras con ronquidos; y que si se le enseñara a expresarse con chillidos, chillaría dialogando. Eso quiere decir que hablamos como aprendemos a hablar y que, si nos enseñaran desde niños, sería fácil acostumbrarnos a conjugar técnicamente todas las palabras y a dialogar de manera armoniosa y agradable. Para una parte de esta explicación sirve de ejemplo la diferencia de tonos del inglés que hablan en Inglaterra con el que se habla en Estados Unidos, y la del español que se habla en España con el que hablan en el Caribe. Además, en el idioma español hay palabras que su interpretación resulta indigerible, como, por ejemplo, ‘desnegar’, ‘desmentir’ (en la lógica se puede hacer y deshacer, pero no se puede mentir y desmentir, ni negar y desnegar), que en cuyos casos lo indicado sería usar contradecir, refutar, rectificar.
Sin descuidar que el manejo de las letras es un asunto
delicado y serio, la humanidad debe entender que está atrasada en aceptar que
los alfabetos son mecanismos sujetos a fallas y arreglables; que los alfabetos
están mal elaborados, y que, para un gran beneficio humano, deben ser arreglados
o perfeccionados. Además, los idiomas, unos más que otros, también tienen
falencias y, para beneficio de sus hablantes, poco a poco también deberían ser
depurados o remodelados.
El estudio del funcionamiento de los alfabetos ha sido una de
mis pasiones. No tengo la menor duda de que todos están mal elaborados, pero sé
que no será fácil ni muy pronto que la humanidad decida arreglarlos. Sin
embargo, en la actualidad hay varios letrados influyentes que apoyan este
asunto, y creo que tomará la delantera mundial en su uso, el idioma cuyo
alfabeto sea el primero en ser depurado y tecnificado.
Hace varios años inventé el MÉTODO PRÁKTIKO, un alfabeto
técnico que no requiere de ortografía, y lo usé en la escritura de gran parte
de EL MOLINO DE LA GENTE, una novela de narrativa cruel que refleja la dureza
de la vida humana y que con esa aplicación demuestra que se puede escribir
técnicamente y sin usar ortografía.
El MÉTODO PRÁKTIKO y la
obra mencionada, escrita con este alfabeto, se pueden bajar gratis de este
Blog, y, pulsando un enlace que hay al final de esta Entrada, se puede comprar
esta novela escrita con ortografía y varias de las obras de mi autoría. Les
agradezco que, cuando lean alguna de mis obras, me envíen sus honestos
comentarios por alguno de los correos que aparecen en este blog. Gracias por
haber ingresado a esta Entrada.
Los enlaces para comprar obras de este autor son los
siguientes:
EL TESORO DE
DOSBOKAS:
EL REPORTAJE DEL EXTRATERRESTRE:
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papel): http://www.bubok.es/libros/171164/CRONICA-DE-FARSAS-Y-ABSURDOS-HISTORICOS
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