martes, 6 de septiembre de 2016

UNA SANTA Y UN SANTO INDESEABLES


Como verán en el siguiente escrito, que es un segmento de un libro de mi autoría titulado PATO MUERTO, San Juan Pablo II y Santa Teresa de Calcuta, los dos nuevos santos de la Iglesia fueron dos personajes perversos y muy distintos a las personas caritativas y creyentes que fingieron ser.

El papa Juan Pablo II en realidad nuca fue un personaje religioso sino uno de los líderes políticos más perversos del mundo pero, por su aspecto de zanahorio y buena gente, logró engañar a gran parte de la humanidad y se convirtió en uno de los pontífices más carismáticos que ha ocupado la silla de san Pedro. Y, como hace con todos los pontífices, el Vaticano no ahorró en gastos con tal de darle la mejor imagen internacional a su santidad, propósito que logró de sobra al comienzo y que, por lo rentable que parecía el negocio, aun estando él vivito y coleando ya se estaban haciendo las diligencias para iniciar su canonización tan pronto falleciera; y, aunque poco después de su muerte fue convertido en santo, el negocio resultó mucho menos rentable de lo esperado, debido a la mala imagen que de él surgió desde antes de ser beatificado, líos entre los que afectó mucho el secuestro en la Santa Sede de la adolescente Emanuela Orlandi, quien, según le dijo el cura Gabriel Amorth al periodista Giacomo Calezzi, fue secuestrada en la Santa Sede y violada y convertida en esclava sexual dentro del Vaticano, es decir en las narices del ahora san Juan Pablo II, quien en vida no se inmutó por la desaparición y muerte de Emanuela ni por los tantos crímenes de su amigo, el cura Marcial Maciel, sino que, al contrario, refugió a dicho cura en la Santa Sede en la guarida donde, entre otros, tenía protegidos a sus amigos bandidos Pabol Hnilica, Liege Mennine, Pellegrino de Strobel y el gorila Marcinkus.
Y, cuando el papa Juan Pablo II inició el proceso para beatificar a la Madre Teresa de Calcuta, denuncié la farsa que se había tejido acerca de las supuestas bondades de dicha monja, cuya organización, la Orden de las Misioneras de la Caridad, siempre estuvo interesada en recaudar dinero para girárselo al Vaticano y nunca para usarlo para ayudar a los pobres y enfermos a quienes la monja usaba como pantalla permanente de miseria humana con la que ella día a día recibía más donaciones, aumentaba su poder y la expansión de la fe católica, fingiendo dicha señora llevar una larga vida de sufrimientos, cosa que era falsa pues ella se hacía sus chequeos médicos en clínicas modernas de Estados Unidos, con el dinero que recibía de donaciones para aliviar la pobreza, y sin pedir permiso iba a donde le diera la gana y siempre viajaba en primera clase, se hospedaba en los mejores hoteles y pedía que le llevaran a su habitación las mejores y más costosas comidas, ya que como era de flaca y bajita lo era de buena con la cuchara.  El escritor Christopher Hitchens en su libro titulado La Posición del Misionero: La Madre Teresa en Teoría y en Práctica, dice que unos voluntarios que habían trabajado en la fundación de la monja, muy seguros de lo que decían le explicaron: “Más que para hacer caridad, la Misión es un culto que promueve el sufrimiento y la pobreza.”
Con la ayuda de los medios publicitarios de la Iglesia, la Madre Teresa con frecuencia aparecía en todos los periódicos, televisión y revistas del mundo atendiendo casi siempre niños que se veían en las peores condiciones de pobreza y miseria, labor que tenía como propósito hacer que la gente se conmoviera y aportara dinero, pero la monja fue tan descarada que jamás mostró que con el dinero que estaba recibiendo, la situación de esas personas hubiera mejorado. El resumen es que ella gozaba con el dolor y con la pobreza de otros, pues, según numerosos informes acerca de las actividades de su Orden, la Madre Teresa evitaba que los pacientes de su fundación murieran pronto y nunca les daba remedio para curarlos sino para alargarles la vida y el sufrimiento. En una de sus tantas conferencias dijo: Pienso que es muy hermoso que los pobres acepten su destino, que lo compartan con la pasión de Cristo. Pienso que el sufrimiento de los pobres es de gran ayuda para el mundo.
El escritor Hitchens era tildado por la Iglesia como Abogado del Diablo. Dicho autor no estaba de acuerdo en que El Vaticano fuera reconocido como un Estado, pues, desde su punto de vista, para poder serlo un País debe tener alguna industria que lo haga autosostenible y no depender de la farsa del Cristo romano, como ocurre con la Santa Sede. En un segmento de su libro titulado Dios no es Bueno, dice: “En 1996, la República de Irlanda celebró un referéndum acerca de una cuestión: si su Constitución debería seguir prohibiendo el divorcio. La mayoría de los partidos políticos en un país cada vez más laico, instaban a los votantes a aprobar una enmienda legislativa. Lo hacían por dos razones excelentes. Ya no se consideraba correcto que la Iglesia Católica de Roma prescribiera su moral a todos los ciudadanos y, evidentemente, era imposible siquiera aspirar a una definitiva reunificación de Irlanda cuando la gran minoría protestante del norte rechazaba continuamente la posibilidad de que se implantara un régimen religioso. La Madre Teresa tomó un avión desde Calcuta para apoyar la campaña a favor del voto negativo junto a la Iglesia y sus partidarios de línea más dura. Dicho de otro modo: una irlandesa casada con un borracho maltratador e incestuoso jamás debería esperar nada mejor para volver a empezar de nuevo; mientras, los protestantes podían escoger entre aceptar las bendiciones de Roma o quedarse al margen. Ni siquiera sugería la posibilidad de que los católicos cumplieran con los mandamientos de su Iglesia sin imponérselos a todos los demás ciudadanos. Y esto sucedía en las islas Británicas y en la última década del siglo XX. El referéndum reformó finalmente la Constitución, si bien por la más estrecha de las mayorías. Ese mismo año la madre Teresa concedió una entrevista en la que decía que confiaba en que su amiga la princesa Diana fuera más feliz una vez que se hubiera librado de lo que evidentemente era un matrimonio desafortunado; pero no debe sorprendernos tanto descubrir a la Iglesia aplicando criterios más severos a los pobres y ofreciendo indulgencias a los ricos.”
A la Madre Teresa le fascinaba ver sufriendo a los pobres mientras ella en sus antros de miseria se codeaba con la gente más poderosa del orbe. Y no sólo era amiga de la princesa Diana, amigos ricos tenía en todo el mundo y lo que más le encantaba era que los millonarios compartieran con  su Orden sus riquezas, como lo hizo el dictador Duvalier de Haití. Uno de sus amigos era el católico, estafador y cruzado anti-pornografía, Charles Keating  quien, de los tantos robos que hizo, le donó 1,25 millones de dólares. A este tipo, por fraude en cajas de ahorro le hicieron un juicio y resultó culpable de estafar a miles de estadounidenses y entonces su amiga, la Madre Teresa, seguramente tratando de que le diera otra donación, intercedió por dicho bandido ante el juez Lance Ito, a quien le mandó una cara en la que entre otras cosas le decía: “mire en su corazón; piense en lo que Jesús haría”. Y en contra de las pretensiones de la vividora monja, el fiscal del caso, Paul Turney, le respondió así:
“Le escribo esta carta para darle una breve explicación acerca de los delitos por los cuales fue condenado el señor Keating, para permitirle a usted comprender de dónde venía el dinero que le dio, y también para sugerirle cumplir con el acto moral de devolver ese dinero a sus legítimos dueños. El señor Keating ha sido reconocido culpable de haber robado 9.000.000 de dólares a 17 personas. Estas 17 personas habían recibido un mandato de otras 17.000, a las que el señor Keating robó 252 millones de dólares. Las víctimas de la estafa del señor Keating pertenecen a todas las capas de la sociedad. Había gente acomodada y culta. Pero la mayoría era gente modesta que no sabía nada de altas finanzas. Uno de ellos, por ejemplo, es un pobre carpintero que ni siquiera hablaba inglés y que perdió todos los ahorros de su vida en la estafa del señor Keating. Usted exhorta al juez Ito a hundirse en su propio corazón (en el momento de juzgar a Charles Keating) y a hacer lo que Jesús habría hecho. Le devuelvo la propuesta: Pregúntese a sí misma lo que Jesús hubiera hecho si alguien le hubiese ofrecido el fruto de un hurto. ¿Qué hubiera hecho Jesús si se hubiera encontrado en posesión de dinero robado? ¿Qué hubiera hecho Jesús si hubiera sido explotado por un ladrón más ansioso de aliviar su conciencia? Presiento que Jesús hubiera devuelto la cosa robada muy pronto y sin vacilación alguna a su legítimo dueño. Considero que Usted debería actuar así.” La Madre Teresa nunca respondió la misiva del Fiscal ni mucho menos les devolvió el dinero a sus dueños.
En suma, la Madre Teresa no era la persona generosa que fingía ser, sino una ficha clave de la Iglesia que con el apoyo mediático del Opus Dei, para beneficiar a la monarquía eclesiástica hizo política sucia y toda clase de patrañas alrededor del mundo, para conseguir donaciones y endosársela al banco del Vaticano. Y, créase o no, lo cierto es que de esas patrañas es que se sostiene como Estado el Vaticano; por ejemplo, además de las enormes sumas de dinero que producen para el Vaticano personajes oscuros como esta monja y el cura Marcial Maciel, en otro de sus modos de patrañas, la Santa Sede legitimó el régimen del general Franco en España a cambio de beneficios políticos y económicos que aún asfixian al pueblo español; y ni se diga de los enormes resultados que obtuvo del régimen nazi, con el cual, el Vaticano en plena guerra realizó un concordato que dio como resultado que la Iglesia hubiera sido la única beneficiada de la Segunda Guerra Mundial.
Para fomentar la miseria y la esclavitud, tal como lo ha hecho la Iglesia todo el tiempo, la Madre Teresa y su organización estaban en contra del aborto y no admitían el uso de anticonceptivos. Y siendo la Madre de nadie, ya que ella nunca parió, predicaba que se debían tener todos los hijos que Dios nos diera, lo cual es la receta perfecta para que los pobres aumenten sus miserias, y al recibir el Nobel de la Paz dijo: “El gran destructor de la paz hoy en día es el llanto de los inocentes niños no nacidos. Si una madre puede asesinar a su propio hijo en su propio cuarto, ¿qué nos queda a ustedes y a mí? Matarnos los unos a los otros”, frase  que refleja el deseo del Vaticano en el sentido de que en el Tercer Mundo nunca haya escasez de menores desamparados y en la miseria que puedan ser engañados y atrapados por sus sectas católicas y servir para saciar los deseos sexuales de sus monarcas pedófilos, además de para aparentar que la Iglesia es una entidad samaritana.
En relación al eterno degeneramiento sexual eclesiástico, vale recordar que la religiosa auténtica, Mary MacKillop, fue excomulgada en el año 1.871 porque denunció la pederastia que había en el clero australiano, y fueron necesarias las presiones populares australianas para que apenas en el año 1.995 fuera beatificada, actitud que contrasta con el trato que la Iglesia le dio a la Madre Teresa, cuyo proceso de canonización se adelantó casi enseguida que ella murió, pues, mediante una dispensa papal, su beatificación empezó dos años después de su muerte y ni siquiera tuvo que esperar los cinco años que establece el Derecho Canónico.
Y, por los numerosos escándalos que se han suscitado, incluidos la falsedad de sus milagros, el gran negocio que pretende hacer con esta santa no le va a funcionar económicamente al Vaticano, pues su Orden fue denunciada por numerosas personas, como lo hizo Hemley González, el fundador del movimiento Stop The Missionaries of Charity, con el cual busca hacer rendir cuentas a las Misioneras de la Caridad por su negligencia médica y el uso indebido de las donaciones que reciben. En una declaración a la Prensa, González dijo: “He empezado este grupo y otros proyectos para denunciar a las Misioneras de la Caridad y su trabajo y llamar la atención de todo el mundo por los actos cometidos a diario por ellas. Creo firmemente que como humanos debemos ayudar a nuestros congéneres necesitados con una transparencia del 100 por ciento y sin que a cambio de nuestra ayuda, aquellos a los que ayudamos tengan que coincidir con nosotros con cualquiera que sea el camino espiritual que escojamos.” Según una investigación hecha por académicos de Canadá, acerca de la labor de la Madre Teresa han sido escritos alrededor de 300 libros  y estudios periodísticos, de los que se puede resumir que el 97 por ciento califican como inhumanas y perversas las actividades de su Organización y a ella como una mujer cruel y farsante que exhibiendo miseria engañó en todo el mundo a muchas personas generosas que le donaron una enorme cantidad de recursos que usó exclusivamente para beneficiar al Vaticano.
Vale aclarar que la Madre Teresa fundó 517 casas de miseria y muerte en 133 países pero no se interesó en hacer tan siquiera un hospital, ni hizo en Calcuta ni en ningún otro lugar obras que en realidad beneficiaran a los pobres o aliviaran a los enfermos que ella exhibía. Inclusive, entre los centenares de miles de pobres que hay en Calcuta, casi nadie reconoce haber sido beneficiado por la Organización de dicha santa, y ya se sabe con certeza que casi todo el dinero que recibió su Orden, supuestamente para beneficiar a los pobres y enfermos que la monja exhibía, fue a parar al banco del Vaticano y con él se benefició exclusivamente la monarquía eclesiástica. En realidad, ella se llamaba Agnes Gonxha Bojaxhiu y era albanesa, pero, por estrategias eclesiásticas, tomó el alias de Madre Teresa de Calcuta, y luego de su muerte ha sido acusada, entre otras cosas, de haber cometido fraudes, de haber sido fundamentalista y corrupta, cínica, cruel, peligrosa para la sociedad, propagadora de la pobreza, apologista de la misoginia (odiaba a las mujeres en especial a las niñas), vocera de la miseria, auspiciadora del dolor ajeno, coleccionista de tesoros de dudosa procedencia, enemiga de los Derechos Humanos.

Pero, según parece, por sus patrañas la Iglesia como Estado y como directora del cristianismo tiene los días contados, pues las comunicaciones modernas le están diciendo a todo el mundo que nada es más imposible que la existencia de un hijo de Dios con una mujer y que creer que el Cristo romano es hijo de Dios es igual a validar la calumnia que la Iglesia le ha hechos al Creador; y ese encierro de embajadores inútiles ante la Santa Sede, que son los únicos ‘empleados’ que no viven en el Estado donde supuestamente trabajan, por dignidad humana debe desaparecer. Y, además, a estas alturas de cultura humana es una vergüenza para el pueblo honesto italiano, que la Iglesia Romana continúe con el negocio de ‘La Fábula de Jesucristo’.