FUNDAMENTO TEMÁTICO DE LA NOVELA PATO MUERTO
El Proyecto Mandracu es un propósito
de un grupo de personas especiales, integrado con la idea de generar el
conocimiento necesario para que, algún día, uno de sus integrantes se convierta
en Jefe de la Humanidad y esté en capacidad de realizar correctamente sus
funciones directivas. Entre los integrantes de dicha organización, como
mandracu -o mandracua si es mujer-, es considerada cualquier persona que sea
súper destacada en alguna actividad. Nada de doctorado, ser una persona sin par
en la labor que realiza es el único requisito que se exige para ser mandracu;
no importan religión, estudios, raza, sexo, aspecto físico ni ningún otro
detalle personal. Pero no es fácil ser mandracu; en el Primer Congreso
Mandracu, al ser examinadas las actuaciones de Leonardo da Vinci y de Hitler,
el primero de los nombrados pasó la prueba, pero el segundo no llenó los
requisitos para ser un mandracu. Lo que sigue es un relato, extraído de la
grabación que fue hecha del Primer Congreso del Grupo Mandracu.
A diferencia de los lujos y
comodidades que tuvo la primera reunión del Grupo Bilderberg, que es otra
organización que también quiere tener como Director del Mundo a uno de los
suyos, el Primer Congreso Mandracu fue realizado en un lugar inhóspito y con
absoluta austeridad. Los mandracus, antes de iniciar las deliberaciones, además
de reglamentar que no se permitiría la entrada de quien llegara retardado al
congreso, convinieron que a este evento sólo se podrían llevar enlatados,
frutas, agua y cigarrillos. Todo lo demás era prohibido, especialmente los
teléfonos celulares, todas las carnes, los licores y los narcóticos. Sin
embargo, no había impedimento en los usos de cámaras fotográficas,
computadores, libros, ropa de trabajo, útiles de aseo y bebidas como té, café y
las aromáticas. Todo fue grabado y cada participante recibió una copia de dicha
grabación.
Los gastos para la búsqueda y
selección de las personas que asistirían al Primer Congreso Mandracu fueron
asumidos por un rico anónimo, y dichas elecciones fueron realizadas por World
King, una ONG gringa que se tomó un buen tiempo en esa labor, ya que antes de
ponerle fecha al inicio del congreso, dicha entidad realizó en varios lugares
del mundo varias reuniones de personas singulares en las que fueron elegidos
los mandracus y seleccionados los temas que se tratarían en dicho congreso. En
total, el grupo de mandracus quedó integrado por 11 hombres y 4 mujeres, pero,
debido al degeneramiento humano que vivimos, ni todos los hombres elegidos son
machos ni todas las mujeres incluidas son hembras.
Luego de unos sucesos climáticos
inusitados que no fueron impedimento para que todos los mandracus llegaran
puntuales a la isla solitaria que habían elegido para realizar El Primer
Congreso Mandracu, dicho grupo quedó totalmente aislado del mundo civilizado.
Allí, en ese lugar lleno de charcos y malezas no había mas que bichos
chupasangre, pero los mandracus son gente todoterreno y nada ni nadie los puede
detener cuando deciden realizar sus proyectos y esta vez fue igual. Debido a
que no llevaron carne, muy pronto acabaron con los pocos sapos, ranas y
lagartos que había en tierra firme, y después con los peces que se dejaron
atrapar, pero éstos se volvieron ariscos y después no se dejaban pescar.
La adecuación del sitio fue hecha
por ellos mismos y resultó ser una labor lenta y difícil. Una tarde, aún sin
haber empezado el congreso, estando el grupo de mandracus tratando de inventar
una frase corta y directa para usarla como resumen del acabose de las cosas, de
repente cayó un pájaro que quizá por lo gordo le tocó aterrizar justo al lado
de donde estaban ellos bostezando y ansiosos de comer carne. Todos reaccionaron
y atraparon el ave antes de que volviera a tomar vuelo, y, luego de darle un
vistazo, le torcieron el pescuezo, lo desplumaron, lo asaron y se comieron
hasta sus huesos.
Ninguna de las frases sugeridas
antes de atrapar el pájaro logró ser aprobada y siguió entonces un alegato
monótono, aburridor, hasta cuando uno de los mandracus dijo que de no haber
sido por el cóndor que habían atrapado, muchos de ellos ya estarían desmallados
por el hambre. “Qué cóndor ni qué ocho cuartos”, respondió otro y añadió, “lo
que nos comimos fue un avestruz, los cóndores tienen poca carne y no engordan
como el ave que nos comimos”. Pero otro mandracu, que no estaba de acuerdo con
éste, explicó: Los avestruces no vuelan, y el pájaro que nos comimos llegó
volando, por lo tanto, queda descartado que hubiese sido un animal de esa
especie el ave que nos mató el hambre. Y si alguien de nosotros sabe con
certeza, de qué fue el asado que nos comimos, por favor que lo diga.
Al oír lo solicitado, todos se
miraron entre sí; nadie respondió y en ese momento se acabó la monotonía del
grupo e inició una interesante polémica en la que se acordó investigar de qué
especie era el animal que les había calmado el hambre. Y, para tomar una idea
del asunto, decidieron rescatar todo lo que se pudiera de los restos del
animal, pero, como ya fue explicado, ellos se habían comido hasta los huesos, y
las plumas se las había llevado el viento. Sin embargo, todos sabían que la
cabeza y las patas del pájaro habían sido cortadas y rechazadas y, para
analizarlas, todos empezaron a buscar dichos restos.
Estando en la búsqueda de los restos
del ave, un mandracu dijo que le pareció haber visto tirar dichas cosas al
agua, incluso, creía que los peces habían hecho burbujas cuando habían caído,
pero agregó que no le había prestado atención al asunto y ni siquiera sabía
quién las había lanzado. Y añadió que él sí había observado dichas cosas y
aseguró que el ave tenía el pico como el de las perdices y las patas como las
de los goleros, y agregó que el animal quizá era un pavo. Sin embargo, otro
mandracus explicó que no podía ser un pavo, porque en el cuello no tenía cresta
y además porque los pavos no vuelan lejos.
Habló entonces una mandracua.
Explicó que quizá el ave era un picozapato africano, unos patos arcaicos que,
según dijo, tienen las patas como los goleros, debido a que no nadan por la
escasez de agua donde viven. Pero, enseguida, eso fue descartado por otra mujer
que, muy segura de lo que hablaba, dijo que conocía los picozapatos africanos.
Ésta explicó que la única diferencia de dichos animales con los demás gansos
era que los africanos cagaban menos que los de otros lugares porque, por la
escasez de comida, comían muy poquito, y que dichos pájaros sí tienen las patas
casi como las de los goleros, pero que el pico de éstos es muy similar al de
los gansos, y que también se había fijado que el ave sacrificada no tenía el
pico como los patos y que por lo tanto el pájaro que habían asado no era un
picozapato africano.
El alegato fue largo y cuando ya no
quedaba pájaro conocido al que los mandracus le pudieran atribuir la salvación
del día, en tono serio, uno de ellos explicó que no sabía qué clase de pájaro
era el que les había salvado la tarde pero que creía necesario ponerle un
nombre a dicho animal y añadió que, cuando los interrogara la prensa, no era
una opción razonable decirles a los periodistas que habían sido salvados del
hambre por un pájaro desconocido que había caído del cielo. Propuso como tarea
general hallar un nombre adecuado para el pájaro salvador, y, enseguida, otro
mandracu dijo que estaba de acuerdo con lo propuesto y que creía que había que
justificar el nombre de dicho animal. O sea que sugirió que dicho nombre tenía
que ser el de un pájaro grande, gordo y que volara lejos como el que habían
atrapado.
-No hay que discutir mucho este
asunto, dijo el mandracu que resultó ser el más sabio de todos y muy serio
añadió: “Lo que asamos y nos comimos fue un pato muerto, y Pato Muerto es la
frase que nos sirve para expresar el resumen de los fracasos o acaboses en este
mundo. Y propongo utilizar esta frase para tal asunto, aclarando que existe un
sinnúmero de patos muertos, inclusive, casi siempre hay pato muerto sin que
haya muerto un pato. En este caso pongo como ejemplo lo ocurrido el 19 de abril
de 1970, cuando el presiente Carlos Lleras ordenó hacer fraude en las
elecciones presidenciales y con esa trampa le pudo ganar la presidencia de
Colombia el inepto Misael Pastrana al exgeneral Rojas Pinilla. Por ese fraude,
Pastrana duró cuatro años sonriendo y cortando cintas para inaugurar cualquier
cosa, y Rojas Pinilla, aunque ni era ganso ni murió por esa derrota, sí fue
pato muerto de la rosca política que le robó las elecciones. Y, para darle un
final feliz a este asunto, levanten la mano quienes estén de acuerdo en que lo
que comimos fue pato muerto”.
Todos aprobaron lo dicho por el
mandracu y, luego del levantamiento general de manos, otro mandracu, sabio en
asuntos políticos, dijo: Sin lugar a dudas, Rojas Pinilla fue un gran pato
muerto en esas elecciones. Pero ha habido muchos patos muertos en elecciones
presidenciales, quizá el último murió el 14 de abril de 2013 cuando el
presidente chavista, Nicolás Maduro, le robó a Henrique Capriles las elecciones
presidenciales venezolanas y en ese caso el pato muerto fue el pueblo
venezolano que, por la ineptitud de Maduro, además de falta de comida y
medicinas, quedó hasta sin papel higiénico y para colmo de males ni con
periódico se pueden limpiar la cola en dicho país, ya que, por la crisis que ha
generado el gobierno chavista, casi todos los diarios han quebrado por falta de
papel para imprimirlos.
Estoy de acuerdo con lo del pato
muerto –dijo otro mandracu-, y propongo que, para aumentar el conocimiento de
todos, como línea temática de este congreso, todos contemos una historia de un
pato muerto, sin ahorrar detalles ni tener que mencionar fuentes bibliográficas
ni de ningún otro tipo de información. Insinúo que nos baste con saber la
historia del pato muerto y que nadie se preocupe por verificarla, pues es
sabido que los datos históricos son verdades a media.
-Eso de que sin verificar nos baste
para saber la historia del pato muerto me parece muy bien, agregó otro
mandracu, y luego de una pequeña pausa añadió: “Hay muchas cosas que uno sabe
que son ciertas y nunca las dice porque no puede probarlas. Por ejemplo, yo sé
cuáles son las empresas que más dinero lavan en mi país, pero no digo sus
nombres porque no les puedo probar dicho delito. Estoy de acuerdo con la
propuesta anterior y sugiero que, para evitar futuros problemas, como quiera
que vamos a contar una historia de pato muerto, antes de iniciar la actuación,
en vez de decir el nombre propio, usemos un alias que puede ser la profesión de
cada quien. Y aunque considero que será incómodo
que no usemos nuestros propios nombres, ya que este detalle nos iguala a lo que
hacen los jefes de los grandes carteles criminales, incluida la Iglesia cuyo
jefe se hace llamar alias Francisco, creo que vale la pena usar ese método, que
también lo usan las putas, ya que así podremos evitar las posibilidades de
tener que enfrentar justicias como la de mi país, que, igual a lo que ocurre en
muchos Estados del mundo, la Justicia es el cartel más corrupto de la nación”.
Habló entonces el último mandracu
que intervino esa tarde en el alegato. Dijo: “En la Orden del Día de este
congreso quedó establecido que cada día intervendrán dos participantes en la
mañana y uno en la tarde. Creo que con ese horario nos queda tiempo suficiente
para contar la historia de un pato muerto al final de la intervención, tema que
estoy de acuerdo en añadir porque pienso que esos relatos harán más interesante
este evento. Si es aprobada esta propuesta, para aclarar las cosas le añado a
dicha sugerencia que, quienes tengan alguna objeción de este asunto, la hagan después
de la aprobación; por favor levanten la mano quienes estén de acuerdo con la
propuesta”. Todos levantaron la mano y con eso quedó aprobada la propuesta de
contar una historia de pato muerto al final de cada intervención.
La primera objeción fue a la vez un
convenio. Un mandracu propuso que las historias de pato muerto no fuesen
tomadas como ofensivas por ninguno de los participantes y que de éstas no
surgieran alegatos ni roces personales. Y una mandracua que por adelantado usó
como alias ‘Malas pulgas’ dijo: “Hasta ahora, los temas que hemos abordado han
sido interesantes; ojalá no toquen el pato muerto en el que se ha convertido la
Federación Internacional de Futbol por la mafia que desde hace varias décadas
la dirige. Y es que, mientras los
estúpidos fanáticos han matado y se han hecho matar por sus equipos, la mafia
de la FIFA ha estado llenándose los bolsillos de dinero con sus patrañas; y
aunque aquí no debe haber tema vedado, creo que es mejor no tocar este pato
muerto del futbol que es tan grande y tan asqueroso que ha hecho vomitar, tanto
a futbolistas como a fanáticos en todo el mundo.” Lo que dijo ‘Malas Pulgas’
fue la segunda y última objeción de esa tarde, y la temática del congreso, que
iniciaba el día siguiente, quedó lista.
Había quedado claro que, en su
actuación, cada mandracu expondría su experiencia profesional y explicaría las
ventajas que tendría el mandracu que se convirtiera en Jefe de la Humanidad, si
supiera o manejara el oficio de la persona exponente. No había conductor del evento,
antes de iniciar el congreso los mandracus acordaron que primero actuaría una
dama (mandracua) y que, sucesivamente, seguirían tres o cuatro hombres
(mandracus) para que no actuara más de una mujer en un mismo día.