sábado, 23 de mayo de 2020

LOS AFORTUNADOS DEL CORONAVIRUS


Como quiera que este blog es mucho más leído en el exterior que en Colombia, mi país, lo primero que deseo dejar claro es que, en esta nación, desde tiempos remotos, el Congreso, las Altas Cortes, las ías (ías es el abreviado de Fiscalía, Contraloría, Procuraduría), casi todas las gobernaciones y las alcaldías son auténticos nidos de bandidos.

En la actualidad, las ías están haciendo denuncias por millares. Según lo que estas entidades denuncian, el covi-19, en vez de una pandemia, ha sido la más grande bonanza de dinero para casi todos los funcionarios gubernamentales de Colombia. Los informes dicen que se están haciendo contratos multimillonarios a dedo, en los que inflan los precios de los mercados que van a obsequiar y entregan, si acaso, el 5% de la cantidad del contrato.

 Además, hay un aporte denominado Ingreso Solidario, supuestamente para darle ayuda a los pobres que no han recibido ninguna ayuda, pero en este reparto no hay forma de que los verdaderamente pobres se hagan incluir (nadie por muy pobre que sea, y aunque no haya recibido ayuda, si no es incluido por dichos funcionarios no hay forma de que él se pueda hacer incluir), sino que son los empleados del gobierno quienes los eligen, sin lugar a dudas para ellos llenar esas listas con fantasmas y fallecidos y robar ese dinero. 

Para dar una idea, sirve recordar que en la Corte Suprema de Justica es famoso el cartel de la toga, y además vale añadir que el actual presidente de la Corte Constitucional es el togado Alberto Rojas Ríos, quien es un reconocido y famoso bandido que el entonces presidente Santos, a sabiendas de su historial delictivo, por conveniencias personales posesionó como magistrado, siendo que el día que fue al Palacio Presidencial a posesionarse no entró por la puerta oficial sino por una entrada secreta, que es por donde entran las ratas, ya que sabía que allí lo estaban esperando los periodistas y que lo iban interrogar acerca de varias demandas que él tenía por diversos delitos, entre éstas una por haberse robado más de $120.000.000 de la indemnización de una viuda que él como litigante en representación de ella había cobrado y que sabía que con dicho robo había dejado a dicha señora en la miseria. Si
desea saber más de este magistrado bandido lea el capítulo 2 de Pato Muerto.

 

Las ías están denunciando anomalías que pueden pasar de 5 billones de pesos (1.250 millones de dólares), pero claro está que lo que éstas buscan es que las incluyan en el reparto de la marrana, es decir que ese dinero es pato muerto, o sea que nunca va a ser recuperado, simplemente los bandidos contratistas van a tener que compartir el robo con funcionarios de las ías. Lo más positivo que puede ocurrir para las arcas del Estado es que un bandido que le prueben el robo de $5.000 millones devuelva $100 millones para que le rebajen la pena y le den casa por cárcel y en su hogar disfrute del robo.

La justicia colombiana es manejada por un cartel de togados corruptos que para nada beneficia a los ciudadanos honestos, pues, cuando funciona en algo, es sumamente lenta y por lo tanto sus fallos suelen ser inútiles. Y, en alianza con la ías, por dinero y/o por intereses políticos todo delito es arreglable.
Hace más de 40 años que escribí EL MOLINO DE LA GENTE, pero la corrupción nacional que refleja esta obra sigue igual. Creo que la única solución de este flagelo es moler a los corruptos, tal como se hacía en dicho libro. Esta obra, escrita en ALFABETO PRÁKTIKO, se la regalé a la humanidad y se puede bajar gratis de este blog.

 

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