A continuación
transcribo una de las historias que hacen parte del contenido de mi libro
titulado PATO MUERTO. En este blog, dentro de poco aparecerá un enlace para que
los interesados puedan leer todo el libro.
La historia de pato muerto que voy a
contar dio vueltas casi un siglo e involucra a casi medio mundo, pero la voy a
resumir yendo al grano en los detalles importantes. El asunto empezó a
cocinarse en serio el 5 de diciembre de 2001 cuando Nicaragua presentó una
demanda en contra de Colombia en la Corte Internacional de Justicia de La Haya,
solicitando que dicha corte definiera los límites marítimos entre ambos países,
cosa que ya había sido convenida mediante el tratado Bárcenas Meneses -
Esguerra firmado por los dos países el 24 de marzo del año 1928. Pero, con el
argumento de que en esa época Nicaragua estaba bajo control de Estados Unidos,
el gobierno sandinista del presidente Ortega declaró nulo dicho tratado en el
año 1980.
Modificar las fronteras de dos países
suele ser muy difícil, ya que en los límites internos de cada nación se
involucran normas constitucionales, y no es fácil entender de dónde sacaron
argumentos válidos los togados de la Corte Internacional de Justicia de la Haya
para autoproclamarse facultados para establecer dichos límites, pues se supone
que el camino correcto era declararse incompetentes y sugerir un nuevo tratado
directo entre las dos naciones.
El valor de lo que estaba en juego en
esa demanda era astronómico, porque con dicho proceso quedó en pleito una
enorme zona marítima que, según rumores, contiene más petróleo que el hallado
en el golfo de Maracaibo y porque varios países asiáticos, encabezados por
China y Rusia, necesitaban esa zona marítima para construir un canal
interoceánico en Nicaragua, con el fin de evitar el recio control que ejercen
los Estados Unidos a los barcos que cruzan por el canal de Panamá, del Océano
Pacífico al Mar Caribe, especialmente en lo que tiene que ver con el transporte
de armamento y de insumos para narcóticos, por cuyos detalles de control la construcción
de dicho canal contaba con el apoyo de Argentina, Brasil, México, Venezuela y
varios países del Caribe, respaldo al que había que agregar el de numerosas
multinacionales estadounidenses que también resultarían favorecidas con la
construcción del proyectado canal.
En cierta forma, Colombia cayó en su
propia trampa al haber firmado, en el año 1948, el Pacto de Bogotá en el cual
se comprometió a aceptar las sentencias de la Corte Internacional de Justicia
de La Haya, la entidad que con un fallo del 19 de noviembre de 2012,
‘legalmente’ le quitó un enorme territorio marítimo y se lo entregó a
Nicaragua. La sentencia es absurda pues dejó varias islas colombianas
enclavadas en mar nicaragüense, cosa que es comparable a que el baño o la
cocina de nuestra casa queden en predios del vecino y que, por estar encerradas
en predios ajenos, haya que solicitar permiso para poder llegar a éstas, con lo
que quedó demostrado que todas las cortes son corruptas y se equivocan. Y vale
añadir que dicho proceso fue realizado en una época en la que estaba
generalizada la inmoralidad en la clase alta de la sociedad; por ejemplo, entre
otros hechos, se supo de un enorme soborno en la elección del papa Benedicto
XVI, y la multinacional alemana, Volkswagen, para engañar a las entidades que
controlan la contaminación ambiental instaló en más de 10 millones de vehículos
un software que detiene las emisiones de CO2 cuando se está haciendo la prueba
de humo, pero que en carretera permite aumentar a más de 40 veces la expulsión
de gases contaminantes de lo legalmente permitido en los Estados Unidos.
De la sentencia de La Haya surgieron muchos
comentarios, declaraciones y rumores, inclusive, se ha dicho que el presidente
Santos, en alianza con el chavismo venezolano conspiró para que el fallo fuera
a favor de Nicaragua y con ello los países socialistas pudieran construir el
canal interoceánico y así librarse del control ejercido por Estados Unidos en
el canal de Panamá. Pero es poco creíble que el presidente colombiano haya sido
cómplice de ese despojo marítimo; quizá la única falla de los tres presidentes
colombianos que ejercieron durante ese proceso (Pastrana, Uribe y Santos), fue
el de haber sido ingenuos al creer que la Corte de La Haya iba a actuar con
honestidad, y por pensar de esa manera se descuidaron y permitieron que, de
manera sucia, la contraparte arreglara las cosas a su favor.
De que en ese proceso hubo arreglo
sucio lo hubo. Y, por encargo del gobierno demandante, el tejido de esa patraña
lo lideró el gobierno chino mediante la doctora Xue Hanqin, una funcionaria que
antes de ser elegida magistrada de la corte de La Haya había sido embajadora de
la China ante La Haya desde el año 2003 hasta el 2008 y quien desde mucho antes
era amiga personal del abogado Carlos Argüello, el embajador de Nicaragua,
quien era el decano de los embajadores de La Haya porque llevaba más de 30 años
en dicho cargo. En el año 2008, luego de salir Hanqin de la embajada, el
gobierno chino la nombró como representante
de un tratado de libre comercio que es conocido como Asean FTA y que es el
acuerdo de libre comercio más importante de China, ya que, entre otros, en él
están incluidos los países conocidos como los Tigres Asiáticos, y a la vez era
Consejera Oficial del ministro de relaciones exteriores de China, cargos de los
que es retirada por su gobierno a fines del año 2010, cuando fue nombrada
magistrada de la Corte de La Haya.
En esa época era de conocimiento
público el interés del gobierno chino en construir un canal interoceánico por
territorio nicaragüense, y, por haber representado y defendido los intereses de
su nación, la doctora Xue debió declararse impedida para actuar como magistrada
en el proceso de límites marítimos entre Colombia y Nicaragua, ya que ese tema
hacía parte de los intereses que ella había defendido, y en este punto sí hubo
una enorme falla del gobierno colombiano al no denunciar dicho impedimento. El
arreglo en la Corte lo manejaron la doctora Hanqin y el doctor Argüello quien,
con el visto bueno de su gobierno, contrató para este litigio a los abogados
internacionalistas Paul Reichler, Lawrence Martin de Foley Hoag, Alan Pellet,
Antonio Remiro Brotons y Alex Oude Elferink, todos de origen europeo y muy
cercanos a La Haya, y por lo tanto muy distintos a los allí casi desconocidos
leguleyos que defendieron los intereses de Colombia.
Se ha dicho que el doctor Argüello
manejó lo diplomático y que la doctora Xue fue la tejedora del sucio entramado
que dio como resultado que Nicaragua le despojara a Colombia más territorio
marítimo del que pretendía en la demanda y que con dicho fallo dejara algunas
islas colombianas enclavadas en mar nicaragüense, es decir, rodeadas de mar que
era de Colombia y que ahora es de Nicaragua. Pero, sin lugar a dudas, en el
complot para ese robo de territorio marítimo, además del gobierno chino y la
doctora Xue, estuvieron involucrados varios gobiernos asiáticos y numerosas
empresas multinacionales que de alguna manera lograron sobornar a dicha corte y
que con esa sentencia convirtieron a Colombia en pato muerto.
Según lo dicho por la senadora
colombiana, Alexandra Moreno Piraquive, en el año 2006 Nicaragua les ofreció a
varias multinacionales, para exploración petrolera, una zona que es exactamente
igual al área concedida por La Haya a dicho país. En la época del fallo,
pareció raro que Estados Unidos no se hubiera pronunciado en el asunto, pero
las cosas se han ido despejando con noticias que aseguran que unas petroleras
gringas van a obtener la exclusividad de exploración de petróleo en el nuevo
mar nicaragüense y que, mediante maniobras internacionales, Estados Unidos hizo
bajar el precio del petróleo por debajo del precio de producción, acciones con
las que dicha nación pretende impedir la construcción del mencionado canal, ya
que está planeado financiar dicha obra con la venta de petróleo asiático,
incluida Rusia, cosa que de ser cierta convertiría también a Nicaragua y al
socialismo en pato muerto.
En la práctica es más fácil hallar una
aguja en un pajar que un despacho de justicia que no sea corrupto. Y, desde mi
punto de vista, es más fácil que Jehová hubiera sido un ser demoniaco y no el
el Creador del universo, pero respeto las ideas de quienes creen o aceptan que
él era el Todopoderoso y que, para robar sus propiedades, se amangualó con los
israelitas y convertía en pato muerto a las demás poblaciones, Además, el muy
sanguinario Jehová muchas veces convertía en pato muerto a los animales de los
pueblos masacrados, cosa que por ningún motivo creo que haría el verdadero
Creador del universo. Gracias señoras y señores por haberme escuchado, con este
punto finaliza mi actuación y solicito un gran aplauso para recibir a la
siguiente actora del día.
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