Puede deducirse que la mayoría de la gente es adicta al sometimiento;
si no fuera así, las monarquías no existieran, y el fanatismo religioso
tampoco. Pero, a cambio de cualquier caridad, siempre han sobrado adictos al
sometimiento dispuestos a matar hasta a su propia madre con tal de saciar las
ansias sanguinarias de sus reyes o jefes. Por ejemplo, en Rusia, hay millones
de personas dispuesta a matar a cualquiera con tal de alimentar la insaciable
criminalidad de Putin. Y, por lo mismo, otro tanto de venezolanos masacra a su
propio pueblo para complacer a sus insaciables y multimillonarios amos.
El presidente de Rusia, como fue Hitler, es un sanguinario insaciable,
tal como también lo fue en su tiempo el papa Inocencio III (1198 a 1216), que
en la Cruzada Albigense se convirtió el hombre más asesino del mundo, habiendo
asesinado en un solo día, en Beziers, a más de 20 mil personas, y a todos los
personajes asesinos les han sobrado subalternos adoctrinados que en la práctica
han sido igual de sanguinarios que sus amos. Por ejemplo, el capitán nazi Amón Göth
era un subalterno de Heinrich Himmler que practicaba puntería con prisioneros
judíos y que gozaba de gran admiración de los muy sometidos nazis por los miles
de asesinatos que ordenaba o cometía en los campos de concentración.
Así como existen los Derechos Humanos, pienso que debería existir el
Derecho de Desobediencia al Asesinato de Indefensos, es decir; que los agentes
de gobierno deberían tener derecho a negarse a asesinar o a dispararle a
personas indefensas. Si ese Derecho existiera, lo más seguro es que los
militares rusos se hubieran negado a asesinar a la gente de Ucrania y a
destruir sus ciudades.
En mi último libro, Pato Muerto, planteo una solución
para acabar con la impunidad de gobernantes intocables. Los lectores que deseen
leer esta obra, para recibirla gratis en PDF, todo lo que deben hacer es
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